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Chico Xavier

la respuesta para el dolor es trabajar

Nació el 02 de abril de 1910 en Pedro Leopoldo, Minas Gerais (Brasil) y desencarnó el 30 de junio de 2002, en Uberaba, Minas Gerais. Hijo de padres humildes, la ama de casa Maria João de Deus y el vendedor de billetes João Cândido Xavier, tuvo desde muy pequeño que ajustarse al trabajo infantil para ayudar a su numerosa familia.

A los cuatro años perdió a su madre y fue colocado temporalmente bajo la tutela de una madrina, que lo castigaba con perversidad diariamente. Desesperado con tal situación, su madre se le aparece, su primer contacto con la mediumnidad, pidiéndole paciencia para aguardar la mejoría de la situación, la cual se concretó después del segundo matrimonio de su padre, amparado por una madrastra cariñosa.

A los diecisiete años, una de las hermanas de Chico Xavier comienza a padecer de terribles accesos de locura —en verdad, una gran obsesión—. Atendida por una pareja de espiritistas, se ve curada por espíritus benefactores.

Con la cura espiritual de la hermana, Chico vislumbra en el Espiritismo el camino de la verdad y de la vida apuntado por Jesús, decidiendo volverse espiritista. La mujer de la pareja, doña Carmen Perácio, ante la presencia de Chico, tiene la visión de una lluvia de libros sobre su cabeza. Enseguida, Chico comienza a frecuentar las reuniones espíritas de la pareja, desarrollando la mediumnidad de psicografía. Ese fue el inicio de su misión del libro.

En 1931, el Espíritu Emmanuel se manifiesta visiblemente, asumiendo la dirección de su tarea medianímica y le pide dos cosas fundamentales para su vida: «Disciplina, disciplina y disciplina».

Y que jamás, absolutamente, dejara de ser fiel a la codificación kardeciana, sin las cuales echaría todo a perder.

En 1932, fue editado por la FEB, Federación Espírita Brasileña, su primer libro mediúmnico Parnaso do além túmulo, que trae la firma de los mayores poetas desencarnados de la lengua portuguesa. La repercusión de la obra no tardaría, llamando la atención de los principales medios de comunicación, literatos e intelectuales de la época, volviéndolo nacionalmente conocido y asediado.

Chico, sin embargo, a pesar del asedio no se perturba y permanece siempre fiel a los ejemplos y enseñanzas de Jesús, destacándose la serenidad, carácter humilde, la seguridad de razonamiento — convicto del objetivo doctrinario de su tarea espiritual — y el espíritu de servicio interminable a favor del prójimo, de forma desinteresada y evangélica, en una mediumnidad celosa del bien.

A despecho de su instrucción primaria, Chico es asistido y auxiliado por los Espíritus Emmanuel y André Luiz — este último pasó a prestar su colaboración, a partir de la década de los 40 —, y consigue ir más allá de las posibilidades humanas, produciendo un conjunto envidiable de obras editadas: filosóficas, históricas, de naturaleza científico-doctrinarias, de instrucciones y mensajes, etc., que ultrapasa a cuatro centenas.

Los libros de la llamada colección André Luiz (Nuestro Hogar, Los Mensajeros, Misioneros de la Luz, etc…) se volvieron básicos en el conocimiento de la vida espiritual, nunca antes revelada con tantos detalles y minucias por los espíritus, desnudando la realidad de su organización, fundamentados en las leyes divinas, como la ley de acción y reacción.

Son muchos los casos e historias sobre la mediumnidad de Chico contados por sus biógrafos: el proceso que sufrió de la familia del fallecido escritor Humberto de Campos, que requería los derechos de autor del Espíritu; legados y fortunas rechazadas, como la del industrial Frederico Fígner, que lo volvería un hombre rico; el hábito de llamar personas que nunca vio antes por el nombre, transmitiéndoles instrucciones inolvidables; respuestas precisas de los Espíritus dadas a simples interrogaciones del pensamiento; el perfume de rosas, que exhala de sí, causando una elevación espiritual; diversos tipos de fenómenos de efectos físicos con objetivos espirituales elevados…

Pero nada fue tan valioso e importante en su tarea espiritual, provocando el despertar hacia la responsabilidad de la vida cristiana, con miras a las responsabilidades de la vida futura, que su dedicación y seriedad en la recepción de los mensajes recibidos de parientes, amigos y conocidos desencarnados, bajo la dirección de Emmanuel, incitando a sus beneficiarios, al público presente y los lectores de esos mensajes, a cambios de actitud y de conceptos vitales bajo el marco de la reforma interior. Ese trabajo se multiplicó por la vida afuera, en Brasil y en el exterior, con la fundación de un número incontable de centros y obras asistenciales espíritas.

Chico siempre vivió todo aquello que Jesús y los espíritus superiores le enseñaron, y fue incansable, incluso enfermo desde la juventud — problemas cardíacos, laberintitis, ceguera parcial — y, además, afectado por problemas materiales constantes. Supo representar bien la Doctrina de los Espíritus con fidelidad a Kardec, sin faltar jamás al compromiso del trabajo y dando de gracia lo que de gracia recibió. Además, todos los derechos de autor de sus obras mediúmnicas fueron donados a diversas instituciones asistenciales espíritas. Por tantos beneficios prestados, llegó a ser nominado al Premio Nobel de la Paz en 1980, cuando la vencedora fue la Madre Teresa de Calcuta.

En Pedro Leopoldo, Chico trabajó en el Centro Espírita Luiz Gonzaga, hasta 1959, cuando se transfirió para Uberaba, debido a problemas de salud y por orientación médica. En Uberaba trabajó en la Comunión Espírita Cristiana hasta 1975, cuando fundó el Grupo Espírita de la Oración, realizando también el conocido Evangelio al aire libre, a la sombra del aguacate se jubiló como modesto funcionario público del Ministerio de Agricultura en 1973. A partir de la segunda mitad de 1990, Chico se apartó de las actividades públicas regulares debido a serios problemas de salud.

Son innumerables los homenajes públicos que recibió — y todos los atribuyó a la Doctrina Espírita, diciéndose apenas haberle servido de percha a ella. Cuando fue a recibir el título de ciudadano paulistano, Emmanuel hizo un discurso memorable, recordándoles a las autoridades presentes, hechos y más hechos, fechas de acontecimientos y una infinidad de personalidades, por estos desconocidos, que hicieron la historia de la ciudad, desde su fundación, por Manuel de Nóbrega. Este mismo Manuel de Nóbrega que, conforme escribe Clóvis Tavares, en Amor y Sabiduría de Emmanuel, fue también el primer catequista y el primer escritor en tierras brasileñas.

«Sin Jesús, una flor tiene mil espinas.
Con Jesús, una espina tiene mil flores».

Chico Xavier