Eurípedes Barsanulfo
apóstol de la caridad
La primera encarnación que se conoce de Eurípedes Barsanulfo es como Rómulo, el fundador de Roma en el año 749 a.C., al crear el calendario que dio origen al actual gregoriano, nombrando los primeros meses en homenaje a los dioses de su predilección. El mes de mayo fue dedicado a Maya, diosa de la primavera y del cultivo.
Otros eventos importantes marcan el mes de mayo. Entretanto, para nosotros los espíritas, el uno de mayo hace vibrar nuestro sentimiento en dirección a Eurípedes Barsanulfo, el apóstol de la Caridad, este fiel discípulo de Jesús que reencarnó en la ciudad de Sacramento, Minas Gerais, el 1 de mayo de 1880.
Así como Allan Kardec que, un siglo antes de la venida de Cristo, ya se encontraba reencarnado en Galia como maestro druida, enseñando y ejemplificando el amor, la creencia en la inmortalidad del alma y la reencarnación, preparándole el camino, Eurípedes Barsanulfo, este admirable espíritu, participó de A Grande Espera, título del libro escrito por él y psicografiado por Corina Novelino.
En esa época, él fue un joven religioso esenio, llamado Marcos, que recibió del propio Jesús las enseñanzas de su doctrina. Y al divulgarla fielmente, fue condenado a muerte en la hoguera, por el sanedrín, volviéndose el primer mártir de la Nueva Alianza del Amor.
Reencarnó más tarde, cuando se intensificaron las persecuciones al cristianismo naciente, haciéndose discípulo de Ignacio de Antioquía, en Palestina. Ardiente propagador de la Buena Nueva, en la Judea, donde fue sacrificado. Dice Emmanuel:
En los tiempos evangélicos, Eurípedes fue educado por Ignacio, pupilo de Juan, que se hiciera gran propagador de la Buena Nueva en Antioquía. Adolescente aún, Eurípedes sustituyó al benefactor en la predicación en Palestina, donde mantuvo contacto con Juan y donde fue martirizado.
Revelación de Emmanuel, a través del médium Francisco Cândido Xavier, en el libro Eurípedes — o Homem e a Missão, de Corina Novelino.
Posteriormente lo encontramos, según relato de Emmanuel, en el libro Ave Cristo, psicografiado por el querido y añorado Chico Xavier, en la personalidad de Rufo, un esclavo cristiano, sirviendo en la propiedad de Taciano, en el siglo III, sacrificado brutalmente, atado a las patas de un potro salvaje y arrastrado hasta el desmembramiento, por recusar reverencia a la diosa Cibeles, madre de los dioses y la magna mater del altar romano, manteniendo, con esta actitud, la fe cristiana.
Después de varias reencarnaciones, siempre como siervo de Jesús en los momentos importantes de la historia de la humanidad, el misionero del amor renace en Zúrich, en el año de 1741, con el nombre de Johann Kaspar Lavater, conforme nos relata el espíritu Manoel Philomeno de Miranda, en el libro Tormentos de la Obsesión, a través de la psicografía del querido médium Divaldo Pereira Franco.
Orador hábil y de fácil retórica, Lavater pregonó el amor de Jesús a las criaturas cuando la revolución francesa llegó al absurdo de la negación de Dios. Consoló a las masas dando una visión pacífica y amorosa, en sustitución de la violencia y la rebeldía.
Gran teólogo y filósofo, exento de cualquier prejuicio y desnudo de rótulos religiosos, fue el creador de la moderna Fisionomía, que mereció un profundo análisis de Allan Kardec, en la Revista Espírita de 1860:
Esta ciencia está fundada sobre el principio incontestable de que es el pensamiento el que pone en actividad los órganos.
Escribió seis cartas a la emperatriz de Rusia Maria Feodorowna, de 1796 a 1800 —explicándole acerca de la vida espiritual—, que figuran en la Revista Espírita de 1868 con el análisis de Kardec:
Son eminentemente espíritas; desenvuelven y esclarecen, de forma tan ingeniosa cuanto espiritosa, las ideas fundamentales del espiritismo, y vienen en apoyo de todo lo que esta doctrina ofrece de más racional, de más profundamente filosófico, religioso y consolador para la humanidad.
Léon Denis, en el libro El porqué de la vida, publicó esas seis cartas y las analizó, llegando a la siguiente conclusión:
Podemos decir que en ellas está estampada la doctrina espírita, aunque de una forma muy resumida.
En el volumen I de la obra Allan Kardec – O Educador e o Codificador, Zeus Wantuil y Francisco Thiesen, informan que Lavater fue muy amigo de Johann Pestalozzi:
Fue uno de los más queridos amigos de Pestalozzi, habiendo sido un consejero y, a veces un protector. Esta profunda y bella amistad entre los dos perduró hasta su muerte.
Lavater desencarnó en el año de 1801, dos años después de su exilio en Suiza, en virtud de su lealtad a Jesús, lo que contrariaba el pensamiento vigente en la alta burguesía que se instalara en Francia, después del período del terror.
El 1 de mayo de 1880, reencarnó como Eurípedes Barsanulfo, en la ciudad de Sacramento, Minas Gerais, para ejercer la mediumnidad, rica en dones fenomenológicos: en la psicografía, en la psicofonía, en el transporte, en el desdoblamiento, etc., también en el recetario y en la cura de enfermos, fue el primer médium en recibir al Dr. Bezerra de Menezes, siguiendo con Jesús y Kardec, preparando una nueva era para la humanidad.
Fundó la primera escuela espírita, en Sacramento, el Colegio Allan Kardec, el 31 de enero de 1907, bajo la égida de María Santísima la sublime Madre de Jesús.
Eurípedes Barsanulfo desencarnó el 01 de noviembre de 1918, víctima de la epidemia de influenza, la llamada gripe española.
En el patio de la armoniosa casa y Colegio Allan Kardec, existe un árbol de mango donde Barsanulfo leía y meditaba. Arriba de ella, en la región espiritual, este ferviente discípulo de Jesús construyó un hogar para abrigar a los espíritus que se perdieron en la invigilancia, los obsesados de toda clase, y le dio el nombre de Sanatorio Esperanza. Su sublime trabajo continúa más allá de las estrellas.
Ejemplo de amor y humildad, Eurípedes Barsanulfo, acepta nuestro homenaje.